Un hombre que tenía un
espíritu inmundo
32 Y se admiraban de su
doctrina, porque su palabra era con autoridad.
33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un
espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,
34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con
nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién
eres, el Santo de
Dios.
35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de
ellos, salió
de él, y no le hizo daño alguno.
36 Y estaban todos
maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con
autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?
Jesús sana a la suegra de
Pedro
38 Entonces Jesús se levantó y salió de la
sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella.
39 E inclinándose hacia
ella, reprendió a
la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.
Muchos sanados al ponerse el
sol
40 Al ponerse el sol, todos
los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos
sobre cada uno de ellos, los sanaba.
Jesús recorre Galilea
predicando
42 Cuando ya era de día,
salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le
buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos.
43 Pero él les dijo: Es necesario que también a
otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido
enviado.