Jesús, la vid verdadera
15 Yo soy la vid verdadera, y
mi Padre es el labrador.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como
el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en
él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
6 El que en mí no permanece,
será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el
fuego, y arden.
7 Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi
Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
9 Como el Padre me ha amado, así
también yo os he amado; permaneced en mi amor.
10 Si guardareis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Estas cosas os he hablado,
para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
12 Este es mi mandamiento: Que os
améis unos a otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que
este, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si
hacéis lo que yo os mando.
15 Ya no os llamaré siervos,
porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos,
porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
16 No me elegisteis vosotros a
mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, él os lo dé.
17 Esto os mando: Que os améis
unos a otros.