¡Una vida con propósito!
1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,
2 tal como nos lo
enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros
de la palabra,
3 me ha parecido
también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde
su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,
4 para que conozcas
bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Anuncio del nacimiento de Juan
5 Hubo en los días de Herodes,
rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
6 Ambos eran justos
delante de Dios, y andaban
irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
7 Pero no tenían
hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
8 Aconteció que
ejerciendo Zacarías
el sacerdocio delante de Dios
según el orden de su clase,
el sacerdocio delante de Dios
según el orden de su clase,
9 conforme a la
costumbre del sacerdocio,
le tocó en suerte ofrecer el incienso,
entrando en el santuario del Señor.
le tocó en suerte ofrecer el incienso,
entrando en el santuario del Señor.
10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del
incienso.
11 Y se le apareció
un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. 12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.
13 Pero el ángel le
dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet
te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
15 porque será
grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu
Santo, aun desde el vientre de su madre.
16 Y hará que muchos
de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
17 E irá delante de
él con el espíritu
y el poder de Elías,
para hacer volver
los corazones de los padres a los hijos,
y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor
un pueblo bien dispuesto.
y el poder de Elías,
para hacer volver
los corazones de los padres a los hijos,
y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor
un pueblo bien dispuesto.
18 Dijo Zacarías al
ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad
avanzada.
19 Respondiendo el
ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios;
y he sido enviado a hablarte,
y darte estas buenas nuevas.
y he sido enviado a hablarte,
y darte estas buenas nuevas.
20 Y ahora quedarás
mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no
creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.
21 Y el pueblo
estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el
santuario.
22 Pero cuando
salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el
santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.
23 Y cumplidos los
días de su ministerio, se fue a su casa.
24 Después de
aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses,
diciendo:
25 Así ha hecho
conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los
hombres.