1 Dios, Dios mío eres tú;
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas,
2 Para ver tu poder y tu gloria,
Así como te he mirado en el santuario.
Mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida;
En tu nombre alzaré mis manos.
6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
7 Porque has sido mi socorro,
Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Tu diestra me ha sostenido.
Serán porción de los chacales.
11 Pero el rey se alegrará en Dios;
Será alabado cualquiera
que jura por él;
Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.