miércoles, 19 de abril de 2017

¡ORO, INCIENSO Y MIRRA!

La visita de los magos

2  Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, 
vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,

2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.

4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:

6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña 
entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.

7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.

9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron;...
...y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (*)

12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

(Evangelio del Señor Jesucristo, escrito por el apóstol Mateo Capítulo 2 versículos del 1-12 Versión:  Reina-Valera  1960)

Notas:

(*) Mateo 2:11b: Presentes de los reyes magos:
ORO 
    El grado de pureza, perfección y santidad del redentor        
“El oro en nuestra vida representa la pureza y la santidad que debemos guardar celosamente como tesoros para agradar a Dios como él lo manifiesta en su palabra. 

Y por algo nos dice en
Éxodo 31:13 que Él es Jehová, EL UNICO, que nos santifica. Y como el oro solo puede ser purificado por el fuego, es el fuego del Espíritu Santo (Mateo 23:17) que habita en nosotros (1ª Corintios 6:19) el que quemará y al fin purificará estas ofrendas vivas, santas y agradables a Dios (Romanos 12:1). Y al purificarnos el fuego y la sangre de Cristo nos limpian de toda inmundicia, de todo pecado, de toda maldición, de toda debilidad que pueda haber en nosotros. Jesús nos da esa riqueza, ese oro espiritual acrisolado al fuego, esa santidad y pureza, esos vestidos blancos que necesitamos con las cuales viste nuestra vergüenza y nuestra desnudez (Apocalipsis 3:18).”
INCIENSO
“Dios mandó a Moisés en Éxodo 30 a construir dentro del Tabernáculo el altar de incienso. “Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio, DONDE ME ENCONTRARÉ CONTIGO. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana.” (Ex. 30:6-7). Solo los sacerdotes podían ofrecerlo a Dios; el fuego se tomaba del altar del holocausto y se ponía en el altar del incienso; después el incienso, que estaba en un vaso de oro, se derramaba sobre el fuego. (Lucas 1:8-10).

Nosotros, somos sacerdotes de un nuevo pacto, el nuevo pacto de Jesucristo, somos sacerdocio real (1ª Pedro 2:9) y también oficiamos en el templo de Dios (1ª Pedro 2:5) al servirle, y así como el incienso se quemaba junto al arca del testimonio de la presencia de Dios, así suben nuestras oraciones a la presencia misma del Dios vivo: “Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí; escucha mi voz cuando te invocare. Suba mi oración delante de ti como el incienso…” (Salmos 141:1-2). “Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.” (Apocalipsis 8:4).

Dios quiere que nuestro andar sea siempre en su presencia, que tengamos esa comunión permanente con él: “…y la comunión con el Espíritu Santo este con todos ustedes” (2ª corintios 13:14) y esa comunión con el Espíritu Santo es la que matara las obras de nuestra carne (Romanos 8:13).”

MIRRA:
“Toma tú aromas escogidos: de mirra pura, quinientos siclos… Prepararás con ello el óleo para la unción sagrada, perfume aromático como lo prepara el perfumista. Este será el óleo para la unción sagrada.” (Éxodo 30:23, 25)

La mirra era uno de los ingredientes del aceite de la unción y esto es el perfume de Dios en nosotros, el grato olor de Cristo:

“Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan…” (2ª Corintios 2:15-16).
“¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, sahumada de mirra y de incienso y de todo polvo aromático?” (Cantares 3:6.)
Mediante la comunión con el espíritu santo (2ª corintios 13:14) lograremos matar las obras de nuestra carne (Romanos 8:13) de modo que Jesús irá creciendo en nosotros y nosotros iremos decreciendo hasta lograr la estatura de la plenitud de cristo.
Fuente:www.iglesia.net