10 Después
de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió
de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había
de ir.
2 Y
les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los
obreros pocos;
por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su
mies.
3 Id;
he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.
4 No
llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino.
5 En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.
5 En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.
6 Y
si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se
volverá a vosotros.
7 Y
posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el
obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa.
8 En
cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante;
9 y
sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles:
Se
ha acercado a vosotros el reino de Dios.
10 Mas
en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles,
decid:
11 Aun
el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos
contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a
vosotros.
12 Y
os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma,que para
aquella ciudad.