jueves, 1 de junio de 2017

¡Y CUANDO ORES...! JESÚS

“Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba…” 
Precioso Jesús
Jesús y la oración
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. (*)
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
(Evangelio del Señor Jesucristo, escrito por el apóstol Mateo Capítulo 6 versículos del 5-15 Versión: Reina-Valera  1960)

Notas: 
(*) "Venga tu Reino", es la primera petición en la oración que nos enseña Jesús, donde los intereses propios son subyugados por los intereses de nuestro Dios: 
"Alguien ha dicho: “la flecha que ha de penetrar los cielos debe ser lanzada de un arco completamente doblado”... 
4. Para tener todo el poder en la oración, debes rendirle todo a Cristo. Vuélvete completamente a Él. Déjalo todo por seguir al Salvador. El tipo de devoción que corona a Cristo como Señor de todo es la devoción que a Él le gusta honrar.
5. Parece que Dios se complace en darle valor a la oración cuando esta nos cuesta algo. Los que madrugan gozan de la comunión y compañía de Aquel que cada día se levantaba al amanecer para recibir las instrucciones de su Padre.
Del mismo modo, aquellos que imbuidos de un santo fervor pasan la noche en oración, gozan de un poder de parte de Dios que no puede ser negado. La oración que no cuesta nada, no vale nada. Es simplemente un subproducto del cristianismo barato a que estamos acostumbrados. El Nuevo Testamento continuamente liga la oración con el ayuno. El abstenerse de los alimentos puede ser una valiosa ayuda en el ejercicio espiritual. Al hombre que ayuna la abstinencia le da más claridad, concentración e inteligencia. Por parte de Dios parece que Él está especialmente dispuesto a favorecer las oraciones cuando ponemos la oración como más necesaria que el alimento.
6. Evita las oraciones egoístas: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3). La carga primaria de nuestras oraciones debería ser los intereses del Señor. Debemos pedir en primer lugar: “Venga tu reino, sea hecha tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra” para luego añadir: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.
7. Deberíamos honrar con grandes peticiones porque Él es un gran Dios. “Tengamos fe para esperar grandes cosas del Señor”.
Si al Gran Rey vienes a ver
grandes peticiones debes traer
Su amor y poder tan grandes son
que jamás los excederá tu petición.

Infinidad de veces hemos ofendido a nuestro Dios pidiendo demasiado poco. Nos hemos conformado con triunfos tan escasos, con logros tan pobres, con anhelos tan débiles por cosas más elevadas, que hemos dejado en los demás la impresión que nuestro Dios no es un gran Dios. No le hemos glorificado ante los que no le conocen pues no hemos vivido de tal manera que nuestra vida llame la atención y despierte el deseo de inquirir acerca del poder que la sostiene. Casi no hemos oído decir de nosotros, como se decía del apóstol “ellos glorificaban a Dios en mí”.
8. Al orar debemos asegurarnos de estar en la voluntad de Dios. Entonces oraremos creyendo que Él oirá y contestará. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14-15).
9. Orar en el nombre de Jesús es orar de acuerdo a su voluntad. Cuando oramos verdaderamente en su nombre, es como si Él estuviera presentando su petición a Dios, su Padre “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. (Juan 14:13-14): “Y aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará(Juan 16:23). “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:19-20). “Pedir en su nombre, significa ser llevado de la mano a la oración por él; significa, puedo decirlo así, que Él se arrodilla a nuestro lado y sus deseos fluyen a través de nuestro corazón. Esto es lo que significa En su nombre. Su nombre es lo que Él es, Su naturaleza, por lo tanto orar en el nombre de Cristo debe significar orar de acuerdo a su bendita voluntad. ¿Acaso puedo orar para mal en el Nombre del Hijo de Dios? Lo que yo ore debería ser una expresión de su Naturaleza. ¿Puedo hacer eso en oración? La oración debería exhalar el poder del Espíritu Santo, la mente de Cristo, los deseos de Cristo en nosotros. Que el Señor nos enseñe más y más a orar en su Nombre. No deberíamos sólo pensar en no terminar una oración sin las palabras mismas: En el bendito Nombre de Jesús, sino también toda la oración debería estar impregnada, completamente llena del Bendito Nombre de Jesús; todo de acuerdo a ese Nombre”. 
(Fragmento del capítulo 7 de "El verdadero discipulado del Espíritu Santo" William Mc Donald)