15 Se
acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores
para oírle,
2 y
los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este
a los pecadores recibe, y con ellos come.
3 Entonces
él les refirió esta parábola, diciendo:
4 ¿Qué
hombre de vosotros, teniendo cien ovejas,
si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6 y
al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi
oveja que se había perdido.
7 Os
digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que
por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
Parábola de la moneda perdida
8 ¿O
qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara,
y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
9 Y
cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos
conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
10 Así
os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se
arrepiente.
Parábola del hijo pródigo
11 También
dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12 y
el menor de ellos dijo a su padre:
Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde;
y les repartió los bienes.
Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde;
y les repartió los bienes.
13 No
muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 Y
cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y
comenzó a faltarle.
15 Y
fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a
su hacienda para que apacentase cerdos.
16 Y
deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie
le daba.
17 Y
volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti.
19 Ya
no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20 Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y
fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 Y
el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy
digno de ser llamado tu hijo.
22 Pero
el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle;
y poned un anillo en su mano,
y calzado en sus pies.
y poned un anillo en su mano,
y calzado en sus pies.
23 Y
traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 porque
este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y
comenzaron a regocijarse.
25 Y
su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó
la música y las danzas;
26 y
llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 Él
le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por
haberle recibido bueno y sano.
28 Entonces
se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que
entrase.
29 Mas
él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote
desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos.
30 Pero
cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho
matar para él el becerro gordo.
31 Él
entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32 Mas
era necesario hacer fiesta y regocijarnos, ...
...porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
...porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
(Las Buenas Nuevas de nuestro Señor Jesucristo, revelada a su iglesia a través del maravilloso Espíritu Santo